27/10/10

literatura efímera


Facebook es literatura efímera. Podría no serlo. Y otro día intentaré exponer de qué modo quizá pudiera optar a dejar de serlo y merecer ser preservada. Facebook es periodismo aficionado, salón de peluquería, púlpito accesible, Hyde Park de estar por casa, y también literatura, o pretensión de serlo. Parece más "fácil" publicar un poema tuyo, colar un ensayo breve (acaso de dos líneas), entrenarse a ser crítico, jugar a editor, o por lo menos ser moderador por un día o anfitrión por un día. Casi nunca se sacia el gusanillo y por lo general quien prueba repite. La reedición le sale barata, nadie financia el papel, a lo sumo van pasando los días y nadie ha dejado un comentario ni un escueto "me gusta", pero eso no es grave. Al final es lo de siempre: la atención. La consigues o no la consigues. Atraerla una vez no es difícil, mantenerla ya es otro asunto. Sin problemas de distribución, sin necesidad de encontrar editor, todo el mundo puede optar a sus dos minutos de notoriedad en Facebook; al menos todo aquél que se lo proponga seriamente. La cuestión es cómo mantener una atención regular, sostenida. ¿Pero no se trata de lo mismo que en una novela, o que una clase o que una película? Aquí el desarrollo, el proceso, no dura una hora como una clase, ni 90 minutos como un film, es un proceso que puede ser diario, o semanal, que pretendes que no se interrumpa. Hay mil otras cosas que compiten por esa misma atención que tú pretendes, dentro del mismo Facebook. Más las que siempre siguen produciéndose fuera de FB, que puede ser una final de Champions, o una desgracia natural, una tragedia que ocupe los titulares de los espacios informativos. Pero cuando por fin cuentas con alguna atención...la cosa no ha hecho más que empezar, porque entonces viene lo bueno, o lo peor.

Volveré a este asunto, pero hoy le paso la pelota a mi amigo CabezaPie:
http://cabezapie.blogspot.com/2010/10/paradojico-facebook.html

11/10/10

Querer gustar


A nadie le amarga un dulce, pero puede estar envenenado. Que tras el dulzor amague el veneno. Pero eso ya no es literatura aunque dé para unas cuantas novelas. Pero no quiero hablar del halago que te llega dspués de, sin haber pensado antes en él. Quiero escribir de la necesidad de halago que emponzoña lo que estás escribiendo mientras lo estás escribiendo:
'Esto no le gustará a X. Esto me lo harán pagar". No se puede escribir así. Algunos lo hacen y lo publican: es una impostura. Tampoco escribir para molestar parece una buena razón para escribirlo. Se trata de explicar o decir lo que aún no se ha dicho, pero qué poco debería importar quién lo dijo o lo hizo. (Es importante para el historiador o el periodista, pero no necesariamente para el escritor). Importa la cosa despojada de la anécdota. (¡Pero qué dices, si la anécdota y el detalle son el condimento esencial!//Pues sí, pero la anécdota puede inventarse y no pasa nada, que el color de la pared lo cambiemos, no importa; puede que sea imprescindible. Los humoristas, los mejores humoristas saben modificarlo todo y escoltarse del sentido del humor para poder decirlo bien claro. Ellos saben que no importa más que lo esencial de la cosa).

Escribir acompañado de las trompetas y los laureles es un lastre que despoja al autor de su principal cometido. Puede que le den después una medalla, pero eso no debería importar nada mientras escribes. Escribe como si nadie fuera jamás a leerte. Deja que después tu texto se encuentre con el lector adecuado. Si lo encuentra y a él le gusta, estupendo: relájate y disfruta.