27/12/09

Intenciones originales y relecturas.


Leo hoy en El País, el artículo de Justo Navarro sobre Himno, la novela de Ayn Rand en la se basó la película El Manantial, en la que Gary Cooper hacía de arquitecto idealista. Esta película debieron pasarla, por higiene mental, durante el boom inmobiliario que ha terminado en el estallido de la burbuja que a todos nos trae por la calle de la amargura de un modo u otro, directa o indirectamente. Pero no sólo por su relación directa con la construcción. Ahora se está leyendo a la autora de la novela de un modo muy curioso. Pero de eso ya se ocupa en su artículo Justo Navarro. Yo me quedo con las frases que entresaca y con las que empieza su artículo:

"Es un pecado escribir esto. Es un pecado pensar palabras que otros no piensan y ponerlas en un papel que otros no ven. No hay transgresión más siniestra que actuar o pensar a solas. La ley dice que nadie puede estar solo, pues ésa es la gran transgresión, la raíz de todo mal". Son palabras del principio de Himno (1937).

A la dificultad de escribir, 'las dificultades' de pensar por cuenta propia, no las naturales, consecuencia de la tarea de pensar o de escribir, sino las añadidas, las ajenas. Y todo para que posteriores relecturas puedan ser tan sesgadas que instrumentalicen lo que acaso fue escrito con un sentido muy diferente, y que podrán ser reutilizadas con propósitos alejados de los originales concebidos por su autor.

23/12/09

una semana o nunca


Gracias a Sert sabemos esto de Picasso y de su Guernica: "Un día nos dijo (...) ¡Si no me lo quitan y vienen a llevárselo, no lo acabaré nunca!" (Citado por Alix). Pienso en Mercè Rodoreda que estuvo casi toda su vida escribiendo diferentes versiones de su Primavera i la Mort. Las exigencias de la publicación (editorial/mercado) pueden no coincidir con las de la obra o la de su autor.
El periódico trae un artículo que habla de un autor de novelas de a duro (esa moneda de 5 pesetas que pronto quedará fuera del alcance de la memoria de los que sólo hayan trasegado con euros toda su vida) que escribía 4 y hasta 5 novelas al mes, durante muchos años. ¡Qué dos concepciones más diferentes de la escritura! Una, enfocada a terminar, y otra, resuelta a indagar, a mejorar. Sin duda es mucho más difícil esto segundo.

14/12/09

Darío Jaramillo, seta nº 3




Me pongo la máscara, me quito la máscara/
busco otra máscara/ voy descarándome”

Darío Jaramillo, de su poema Canción.


En el mismo sotobosque, tres setas: La máscara, la invención autobiográfica, la verdad disimulada como mentira. Jaramillo, Calvino, y Piglia, me han brindado cada uno la suya, cada una con su peculiar sabor, con su propia interpretación de la verdad y la mentira, de la autenticidad y la impostura, que sólo coinciden en un mismo sabor de fondo.

Italo Calvino, seta nº2



Cuando estoy escribiendo algo muy autobiográfico,
ligado a las particularidades de la vida cotidiana,
mi deseo va en dirección opuesta. El libro se convierte
en uno de invención, sin relación aparente conmigo
mismo y, tal vez por esa misma razón, más sincero.
Italo Calvino

La seta de ayer, la de Roberto Piglia, merodeaba por el mismo sotobosque, pero era un champiñón (agaricus bisporus), y esta de Calvino es un boletus edulis, que por aquí llamamos cep y en el norte hongo.

Roberto Piglia, seta nº 1


Aunque le queden diez días, aún es otoño. Aunque lo declaremos y aceptemos como invierno porque eso que hemos consentido en llamar navidad está a sólo diez días. Lo despediré ofreciendo unas frases que me he fui encontrando como quien encuentra setas.

La seta de hoy, de Roberto Piglia:

"Narrar es como jugar al póker: el secreto consiste en parecer mentiroso cuando se está diciendo la verdad"

7/12/09

Ferlosio y Kundera


Alfanhuí (esa joya de Ferlosio, que escribió también Jarama), y que después se pasó a los ensayos; racionalidad, investigación, donde antes fantasía. Cuando hace unos años pasé mi momento Kundera y quise leer todo lo que hubiera escrito y encontrase del checo, fui a parar a un libro suyo de ensayo (El arte de la novela) en el que Kundera venía a sugerir que la novela propiciaba un espacio más amable en el que tratar de todo aquello que de otro modo no resultaba posible. La novela como recipiente más generoso que el ensayo. ¿Es así?
¿Consigue decir más cosas Ferlosio ahora que cuando escribía ficción?
"Son cosas distintas", me dirá alguno. ¿Son tan distintas?

Quizá es que primero se me derribó el muro que separaba la buena lectura, amena y placentera, de la lectura formativa, racional y especulativa, rigurosa y metódica. Y eso fue porque tuve la suerte de encontrarme con ensayistas y científicos y biógrafos que escribían muy bien, literariamente, y ya no pude seguir considerando que los libros de "no ficción" tuvieran que ser necesariamente aburridos, áridos o desconsiderados con la forma del lenguaje.
Quizá es porque después se me derribó otro muro que me había estado separando la ficción y la no ficción, separación que había estado basada en la presunción de que la ficción no proponía nada, mientras que la no ficción sólo proponía cosas y las proponía exclusivamente a la razón. Luego, me pareció, y me sigue pareciendo, que todo incluye algún propósito, sea consciente o no. Sea racional o emotivo.
O quizá es porque más tarde se me derribó otro muro, y comprendí que una teoría, una tesis, un empeño, se debe narrar adecuadamente para que pueda ser debidamente comprendido.
El muro que me produjo una mayor consternación, del que aún me estoy recuperando, es el que tras derribarse me permitió comprender que incluso la concepción más rigurosa y científica de las cosas no es más que un cuento, una narración que parece tener sentido, que resulta verosímil y no dejará de serlo, mientras no aparezca alguien con una más completa o más explicativa, o quizá baste que nos resulte más seductora, hasta que no traiga con él alguna nueva consideración o hallazgo o descubrimiento o susgerencia, que nos obligue a replantearnos nuestra anterior visión de las cosas; los fenómenos y las circunstancias que el ensayista atiende como personajes y que en su desarrollo se nos ganan o se nos hacen odiosos, que aumentan su credibilidad o la pierden.
Comprendo que para orientarnos nos resulten aceptables las caprichosas clasificaciones entre novela y ensayo, entre ficción y no ficción, pero yo no sé si Ferlosio dejó de escribir ficción para optar a poder decir más cosas sin renunciar en realidad a nada, o si es que de verdad se pasó a otra disciplina o instrumento, si no fue como cambiar de idioma si se dominan ambos, si Kundera tenía razón, si la tiene Ferlosio. O si una cosa y la otra no tienen nada que ver y ésta es una disquisición gratuita propia de un fin de semana largo propiciado por un puente.

(Después me paseo -navego por la red- y me encuentro esto:
http://lo-bueno-si-breve.blogspot.com/2009/12/cabeza-y-corazon-chicho-sanchez.html

y esto, que no tiene desperdicio:
http://www.ousferrats.com/2009/12/06/gracias-ferlosio-por-seguir-incendiando-el-pasto-de-los-bobos/

28/11/09

Misterios



“Me van apareciendo”, dice Gamoneda.
Esos inesperados encuentros, regalos que no sabemos quién o qué nos los ofrece y que nos vuelven a recordar la dimensión mágica de nuestra vida. Inspiraciones súbitas. Gamoneda también ha recibido ambos tipos de regalos : “Me encuentro un día paseando, después de seis, ocho o nueve años en los que casi no he escrito poesía… de repente el libro se me aparece sin forma ni figuras, sólo un renglón de palabras: ‘el óxido se posó en mi lengua como el sabor de una desaparición’, y Gamoneda comprende que tendrá que escribir Descripción de la mentira.

2/11/09

lo que pasa por la cabeza



…”Seguro que usted no garabatea lo primero que se le pasa por la cabeza y se lo manda a su editor. Seguro que medita las cosas. Seguro que las revisa. ¿No es en sí la escritura cuestión de meditar, de pensar, de repensar y vuelta a empezar?
_ “Por supuesto que sí. En eso consiste la escritura: en meditarlo todo a la enésima potencia. (Fragmento de El hombre lento, de Coetze)



Pero en otro fragmento de otro Coetze (Elizabeth Costello), podemos leer:
…”sospecha que sus respuestas serían tan poco interesantes como las de cualquiera. Es una escritora, no una pensadora. Escritores y pensadores: la noche y el día. No, la noche y el día no: los peces y las aves.”


Si hay que repensar antes de volcarlo por escrito, y un escritor no es un pensador, entonces ¿qué es lo que tiene que pensar tanto? El modo de decirlo.

8/10/09

obsesiones y desapego


“¡Qué alivio tirar a la basura un manuscrito, testigo de una fiebre desvanecida, de un frenesí consternador!” (Ciorán/ Ese maldito yo)
García Márquez tiró 200 páginas de una novela que había estado escribiendo y de la que sólo salvo un nombre para una posterior.
Mercè Rodoreda escribió y reescribió su Primavera i la mort durante años y años, y al morir se encontraron diferentes versiones. No supo distanciarse de ninguna y tirarla a la basura como quizá hubiera hecho Ciorán. A cambio disponemos de la posibilidad de elegir nuestra propia versión a partir de todo ese material.
El apego y la obsesión también tienen su papel en los autores respecto de lo escrito. A veces cursa de modos curiosos, y un tema, un espacio, o un personaje, aparecen y reaparecen en distintos libros de un mismo autor. Algunos sostienen que en realidad cada autor escribe siempre un mismo libro, del que los distintos volúmenes publicados vendrían a ser variaciones o incluso capítulos de ese único libro sumatorio de todos los escritos por él. El alivio al que se refiere Ciorán puede que tenga algo que ver con esto mismo, con la liberación de una obsesión.

15/9/09

Ramas sin tronco


Esta mañana he leído en el periódico que Gonzalo Suárez anda escribiendo un libro que ya tiene 300 páginas, pero que aunque "tiene las ramas, aún no tiene tronco" (más o menos, y para el caso sirve).
Las casas puede que no puedan empezarse por el tejado (que no sé si hoy no se podría), pero los libros se pueden escribir teniendo ramas sin tronco, teniendo troncos sin ramas, teniendo exclusivamente una semilla (una idea), determinando el final antes de empezarlo, o sin él, incluso me parece que cabe empezarlos a escribir sin tener muy claro el principio. Es otra de las maravillas de la Literatura.

28/7/09

tiempo


Puede que un libro sea más cuestión de tiempo que de palabras.

19/5/09

Henry Miller versus Philip Roth


Por Trópico de Cáncer, Henry Miller tuvo que verse ante más de un juez. ¿Esos mismos jueces habrían permitido la publicación de El teatro de Sabbath, de Philip Roth?
Sabbath, el personaje de la novela, también tiene que defenderse en un juicio, también por su obra, aunque no es un libro: es titiritero, y durante una de sus representaciones desabrocha la blusa y el sujetador de una chica entre el público, en una calle de Manhattan. La chica no le ha denunciado, lo ha hecho un policía. Sabbath no se defiende, eso lo hace su abogado; Sabbath no intenta justificarse. Sabbath se reivindica. Toda la novela no es sino el alegato de un modo de vivir que los políticamente correctos considerarían escandaloso y hasta depravado.
Me gustaría que Miller hubiera vivido para leerla.

12/4/09

no sé cómo, pero quiero hacerlo


..."Al principio no tenía claro qué forma darle al libro y a quién dirigirme. Éste es un problema que probablemente no le afecta a un novelista, siempre que sea bueno; no es que yo sepa mucho de eso, pero me imagino que el novelista escribe su libro tal como el propio libro quiere ser escrito. La novela es una máquina que se construye a sí misma, y el lector que se las apañe". Victor Werkler, protagonista de El procedimiento, de Harry Mulisch.
El escritor como comadrona. Miguel Ángel también decía que la estatuta ya estaba en el bloque de piedra, que él sólo la sacaba de ahí, quitándole lo innecesario. Pero quizás es una concepción peligrosa, se parece mucho a lo que sostienen los profetas cuando dicen que se han limitado a poner por escrito lo que su dios o algún ángel o arcángel les ha dictado. Por otra parte, someter el libro (o a los personajes) a la caprichosa voluntad del autor parece que lleva a libros falsos. ¿Pero es la voluntad la que juega esta mala pasada? ¿No se requiere también voluntad para evitar ser el Pigmalión de la propia obra, del mismo modo que la necesita un padre o una madre para educar a un hijo sin imponerle nada?
Que "el lector se las apañe" también es algo demasiado ambigüo. Ciertamente es asunto de todo lector, de todo receptor, casar las piezas y concluir por su propia cuenta o riesgo. Pero...¿de verdad renuncia el autor a que el lector concluya por su propia cuenta, algo que no sea precisamente lo que él como autor había pretendido que el lector concluyera? Otra cosa es que el mapa del lector y el del autor no coincidan exactamente, que el lector obtenga algo más...o algo menos; también es un asunto que ha preocupado a muchos autores. Algunos necesitan que el lector, los lectores, les ayuden a comprender qué es lo que ellos como autores han llegado a decir en su obra, quizá porque algo les ha pasado desapercibido por estar demasiado cerca y concernidos en ella y el lector la puede ver con más naturalidad que el propio autor. Y por supuesto, la decepción de que los lectores no alcancen a comprender totalmente algo, quizá porque el autor cuenta con elementos, noticias y datos, vivencias, que imagina, supone, que también dispone el lector y que quizá no es así.
Un autor concienzudo no impone nada a su obra ni a sus lectores, pero no parece que debamos entender por eso que deja alguna cosa al azar. Otra cosa es que el azar nunca necesite ser invitado expresamente para coprotagonizarlo todo.

22/3/09

Aún no hemos leído a Raymond Carver




Puede que no hayamos leído nunca a Carver, que sólo hayamos leído a Gordon Lish, su editor. Lish es el autor del estilo de Carver, de lo que nosotros considerábamos que era el estilo de Carver: le recomienda usar 5 palabras donde utiliza 15 y no suficientemente satisfecho, poda los escritos de Carver, corta fragmentos, adelanta el final de sus cuentos y modifica esos finales. El libro "De qué hablamos cuando hablamos de amor", es el resultado de que Lish redujera a la mitad el número de palabras originales y reescribiera 10 de los 13 finales de los cuentos del libro. Pensaba que Carver utilizaba demasiadas palabras.

Según Alessandro Baricco (autor de Seda), que revisó algunos manuscritos de Carver, dice que este autor «construía paisajes de hielo pero luego los veteaba de sentimientos, como si tuviera necesidad de convencerse de que, a pesar de todo aquel hielo, eran habitables.» Sentimientos que a Lish le parecían edulcorados y que suprimía.

¿Nos habría gustado más o nos habría gustado menos el Carver sin podar? ¿Podemos considerarlo así, podado, pulido? ¿O se trató de una amputación y un abuso? ¿Fue Lish el cuidadoso editor que todo autor necesita o pigmalión de Carver?

12/2/09

la naturaleza rumiante del escritor


..."Primero te lo tragas en forma de experiencia, luego lo extraes del estómago para darle una segunda vuelta, en forma de arte. Masticándolo todo, buscando las relaciones… Demasiada morada interior. Demasiada regurgitación". No nos habla de lobos solitarios, esa figura tan usada en literatura, el doctor Zuckerman (Philip Roth) habla de una vaca solitaria ("Llevo una vida de rumiante. Eso es lo que me hace huir") La digestión es lenta, ardua: "La duda es media vida para un escritor. Dos tercios. Nueve décimas partes. Nuevo día, nueva duda.. Lo único que jamás he puesto en duda es la duda misma”. Comparada con la vida de un médico es una vida solitaria: “Si me preguntas, te diré que como doctor Zuckerman vas a estar exactamente en las mismas que el Zuckerman novelista. Ninguna diferencia.
_Pero sin el aislamiento; sin la soledad. Ni uno ni otra estarían presentes. Imposible. Las diferencias físicas son demasiado grandes. Hay mil personas paseándose todo el tiempo por este hospital. ¿Cuántas calculas tú que se pasan por mi estudio, para que las palpe un poco y les haga decir “aaah”? Escribir no es una actividad muy sociable”.